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Consumo problemático, concepto problemático



Por Lic. Mariano Iusim
 (Psicólogo, Coordinador Académico del Centro PsicoSocial Argentino)


La denominación “consumo problemático” es esencialmente descriptiva, describe una conducta racional y conciente.
En este término se engloban conductas de consumo.
Implica poner el acento principalmente en lo que sucede en el mundo externo, inclusive se trata de diferenciar descriptivamente como si existieran etapas claras en el consumo.
Por ejemplo, la descripción de lo que se denomina “uso de sustancias psicoactivas” dice que un sujeto no tiene ni abstinencia, ni tolerancia, ni dependencia, ni compulsión, ni consecuencias médicas, laborales, familiares y sociales. Esto no suele darse “puramente” de esta forma. Inclusive desde el propio punto de vista descriptivo, lo antedicho es imposible de sostener porque según este criterio toda sustancia psicoactiva incorporada al organismo produce cambios, tienen significación social y producen efectos en todas las áreas.
Conocer la relación que tiene un sujeto (si es que tiene alguna) con las sustancias psicoactivas (habitualmente denominadas drogas), con el juego, el alimento, la tecnología, con el trabajo, el sexo, es un dato necesario, pero no suficiente. Un profesional tiene que tener en cuenta como se conjuga esta particularidad en cada sujeto.
Lo problemático no es la forma de consumir, o mejor dicho no solo podría ser la forma de consumir, sino que lo problemático precede a cualquier tipo de consumo. La conducta “consumo problemático” nos demuestra y nos detalla algo que ya habría acontecido: la necesidad siempre es anterior al consumo. Por lo tanto, estamos ante una problemática de la necesidad (no del deseo). La necesidad es la base del deseo, si está alterada también lo estará el deseo.
En el caso de las personas adictas la necesidad está alterada, lo que necesitan no es vital, lo que necesitan los mata, como si la tendencia hacia la muerte fuese una necesidad básica.
Es frecuente que los pacientes adictos hayan vivido situaciones traumáticas: abusos de todo tipo (incluido el sexual), otros tipos de violencia, abandonos, accidentes repetitivos.
Las personas adictas buscan la muerte (descuido, auto y hetero-destrucción, abandono), a corto, mediano o largo plazo. Tenemos que enfrentar las elevadas tendencias destructivas que tienen estos sujetos. Por ello, una de las funciones de los equipos de salud que trabajan con pacientes adictos es favorecer y fortalecer las tendencias de vida, para que puedan poner freno a las tendencias destructivas.
Debemos ser cautos ante nuestros prejuicios, no emitir juicios morales acerca de las personas, quizás para tratar de sostener lo antedicho se diseñó este punto de vista descriptivo, que intenta ser neutral (y a veces políticamente correcto: pues no suele utilizar los términos “enfermedad” ni “adicciones”, intentando despatologizar se vuelve impreciso) aunque este concepto no toma en cuenta al sujeto en su totalidad (deja afuera sus aspectos “profundos”, diferenciales, propios).
Debemos saber qué es lo que consume un paciente y cómo lo consume, aunque más importante y esencial sea por qué lo hace, qué sentido tiene esto para ese sujeto, que está haciendo cuando hace lo que hace, “dedicado” a quienes hace lo que hace, inclusive tomamos en cuenta todo lo que vivió anteriormente ese sujeto, que suele predisponerlo y arrasarlo.
Por supuesto que, si a una persona, diagnosticada con una enfermedad pulmonar grave, su médico le dice que deje de fumar, esta persona tiene que dejar de fumar para poder vivir. Trabajaríamos en la urgencia para que el sujeto no tenga esa conducta y paralelamente sobre las múltiples causas.

Consume o muere

Una adolescente les roba dinero a sus padres para comprarse video juegos, celular, zapatillas y drogas. Desde el punto de vista descriptivo podríamos decir que es por el modelo consumista que impone este sistema, esta persona por presión social y/o de sus pares “pasivamente” accede al salvaje “mandamiento: “Consumirás, sino quedarás afuera”. Pero si pensáramos así no tendríamos en cuenta qué mensaje está transmitiendo esta adolescente con el “acto” de robar, quizás hasta no tenga relevancia en qué gasta el dinero, sino el gastar, el perder, no tener límites. Se abren muchas temáticas, mientras que encuadrarla en la temática “consumo problemático” la encierra en una conducta, pone el acento en la consecuencia (problemática) y no delimita claramente cuando un consumo es problemático y cuando no lo es.
Muchos adjudican el consumo “creciente” al sistema capitalista, imperante en nuestro contexto, en el que se intentaría vender todo a cualquier precio. Pero se olvidan que en otros sistemas que explotan de otra forma a las personas, también existen las adicciones (y las conductas de consumo problemático).
Algunos llaman a las drogas “el mal de la modernidad”, otorgándole un poder humano a una sustancia, y anacrónicamente pensando que la adicción únicamente es una problemática moderna. Incluso muchos confunden consumir, consumismo, capitalismo y adicciones.
Que se proponga desde cierta corriente hegemónica de la medicina que existe una píldora para cada enfermedad no implica que toda la gente dé por válida esta premisa y que “consuma” píldoras.
Que se proponga en algunos medios de comunicación la cultura del todo ya, no significa que toda la gente no regule la espera, y sienta y se comporte de forma impulsiva.
Que se pregone desde cierto sector de la “intelectualidad” que desaparecieron los valores e ideales, no significa que toda la gente no los tenga. En el sistema en el que vivimos se promueve el consumismo, pero esto no quiere decir que todas las personas consuman lo que se les propone y entren en esta lógica. Algunas publicidades están dirigidas a los adolescentes, no a todos los adolescentes les llega de la misma forma el mensaje y no todos tienen la misma respuesta, por muchas razones diferentes.
Debemos tener en cuenta el sistema en el que vivimos, pero no podemos atribuirle el peso principal de lo que sucede a ello, ya que la temática de las adicciones sucede desde tiempos ancestrales.
Suponemos que en las primeras etapas de la vida (niñez y adolescencia) un sujeto es más vulnerable, porque a lo largo de la vida si se dan las condiciones (externas e internas) necesarias, un sujeto adquiere recursos (que le permite, por ejemplo, cuidarse).
Concebimos al ser humano activo, no pasivo. A veces muchos profesionales hablan de los sujetos como si fuesen víctimas pasivas del sistema. No todos consumen como autómatas y obedecen pasivamente a ese mandato, los que consumen algo habría que detectar no solo cómo lo hacen (la forma) sino por qué lo hacen (que les sucede internamente, y rastrear su historia). Por ejemplo, muchos profesionales suelen definir que la anorexia se da principalmente por las imposiciones de un modelo de mujer que asigna el sistema reinante. Pero en otras épocas existía la anorexia y el modelo de mujer era otro. Otra falacia al respecto es que la anorexia es característica de una etapa de la vida (adolescencia) y de un sexo (femenino), tan estigmatizada en nuestros días.
Podemos encontrar anorexia en todos los sexos y etapas de la vida.

Los dos aspectos de la conducta 

La conducta tiene un aspecto conciente, racional, observable a la vista. Muchos intentan modificar las conductas de las personas sin profundizar en las múltiples causas.
Además, existe otro aspecto de la conducta, que muchos no tienen en cuenta, el aspecto inconciente, que no es observable, pero es deducible a partir de lo que se ve y fundamentalmente deducible del vínculo que se mantiene con el paciente (de la transferencia y contratransferencia), y de los aspectos no verbales. Algunos aspectos son observables a la vista (postura, vestimenta, gestos, mirada) y otros no (olfato, tacto, afecto).
La observación de la conducta es un dato necesario, pero no suficiente. En salud mental para realizar un diagnóstico el profesional (generalmente un psicólogo o psiquiatra) debe tomar una o varias entrevistas en profundidad (al sujeto, e incluso a personas de su entorno), la duración de la/s misma/s debe ser la necesaria para recabar los datos suficientes. Luego el profesional evaluará y decidirá si la persona necesitará o no un tratamiento, y en el caso de precisarlo propondrá el tipo de tratamiento adecuado. Entonces nos preguntamos, ¿cómo existen profesionales que solo observando la conducta conciente pueden diagnosticar y diseñar un tratamiento? Consideramos que esto no es ético, pues no toma en cuenta a los sujetos, inclusive posee el sesgo de patologizar conductas y de no observar los matices propios de cada persona.

Conclusiones problemáticas
Al ser tan amplio y descriptivo el término “consumo problemático” abarcaría muchas temáticas diferentes: consumo de comida chatarra, consumo “excesivo” de comida, de sustancias psicoactivas (drogas), de pornografía, de tecnología, dependencia, adicciones, etc.
Algunos profesionales en la temática drogadicción dicen que no ponen el acento en las sustancias psicoactivas (drogas) pero sí lo ponen en la conducta. Como ya expresé al inicio de este escrito los dos son datos necesarios, pero no suficientes para poder trabajar con las personas adictas. La conducta siempre es consecuencia nunca es causa.
Si trabajamos con sujetos en la problemática de la drogadicción, sería mucho más útil, además de “psicoeducar” a las personas sobre “drogas”, trabajar en cuestiones básicas que sirven de base preventiva y contribuyen a la problemática: la comunicación, los límites, los cuidados, la comprensión, la transmisión (de conocimiento, ideas, valores, cultura, leyes, normas y reglas), el modelo de identificación, etc.
En resumen, el consumo problemático, cuando está presente, forma parte de una complejidad que hay que tener en cuenta. Privilegiamos la ética del sujeto, nunca etiquetamos a las personas, no confundimos causas con consecuencias, ni reducimos la temática a una conducta.
Podríamos pensar que un consumo problemático es una conducta de "riesgo" (para sí mismo y/o para terceros) que tiene un sujeto. El consumo problemático es una conducta que podría estar presente o no en las personas.
El consumo problemático es un concepto muy amplio que abarca, entre otros temas, a las adicciones, pero para saber qué cuestiones están en juego hace falta, en primer lugar, un diagnóstico profundo de la situación de ese sujeto en particular.
Considero muy valioso que se trate de incluir y definir dentro de la salud mental la problemática de las adicciones. La última Ley Nacional de Salud Mental (ley 26.657) de 2010, incluyó la drogadicción (en los artículos 4 y 43) y esperamos que próximamente se tenga una mirada más amplia al respecto e incluya a las adicciones, privilegiando el punto de vista basado en los sujetos.
Nos queda trabajo por hacer, para seguir debatiendo y puliendo la forma de trabajar y de intervenir en la problemática de las personas y las adicciones, sin olvidar que el objetivo principal es siempre el paciente, el sujeto sufriente.

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